Käthe Kollwitz The Mothers
Las Madres, obra de Käthe Kollwitz / Foto: Irina López

Óbelo

¿Qué ocurre en Venezuela?

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     Esta es una de las preguntas que escucha con más frecuencia un venezolano en el extranjero. Es también la más difícil de responder. ¿Cómo ordenar como una fila, por fecha, nombre y sitio, veinte años de violaciones de los derechos humanos? 

     En el instante en el que intenta explicar lo que ocurre en el lugar al cual pertenecía, en el que todavía se encuentran todos sus vínculos históricos y afectivos, el venezolano se convierte en traductor de su tragedia. Es un un testigo que después de resistir situaciones despiadadas, ha tenido que reorganizarse en tierras foráneas, a la intemperie de ideas fijas: «Pero todo eso comenzó con las sanciones de Trump. El intervencionismo estadounidense quiere apropiarse del petróleo venezolano», «Bueno, eso es lo que ocurre cuando se estatiza la educación y el sistema de salud; cuando no se privatizan los bienes y las empresas públicas», «Es que ustedes lo que hacen es huir. No se organizan, no luchan. Por eso es que no han podido derrocar a ese gobierno». 

     Lo más probable es que ese venezolano no pueda aclarar dudas, mucho menos desplomar mitos. Ha sobrevivido a tanto en todos estos años que todavía le es imposible apilar hechos y hacerlos conceptos. Solo sabrá balbucear el trauma, relatar un poco lo vivido: el horror de la oscuridad absoluta en los meses sin electricidad y agua potable, hasta sin gasolina. Todas las protestas en las que participó, la represión que vio o encaró, la miseria de su dieta; la hambruna. La falta de medicamentos, incluyendo los más básicos; el cómo la inflación más alta del mundo lo obligó a vender su casa a menos de 5 % de su valor y con ese dinero poder escapar. Todos los seres queridos que ahora le faltan, todos esos muertos.

     Terminado el registro oral, la expresión en el rostro ajeno casi siempre suele pasearse entre la suspicacia y el ¿cómo ha ocurrido eso por tanto tiempo sin que nosotros, el resto del mundo lo supiéramos?

     Es allí cuando entra a la conversación la censura; la gran maquinaria propagandística ensamblada con la fortuna que le fue saqueada a una nación. Porque toda propaganda, de la doctrina política que sea, no tiene como función informar, sino inventarle gestas a quien busca ser deslumbrado.

     Lastimosamente para ese esfuerzo esmerado por cambiar los acontecimientos y hacerlos pasar por democráticos, la naturaleza del opresor termina siendo visible. Y la de la Revolución Bolivariana, a puertas cerradas, fue obvia desde el mismo momento de su concepción. Con su vestimenta cívica combinada con tonos y accesorios militares, su verbo siempre estuvo lleno de atropellos físicos y económicos hacia sus enemigos, que en un principio eran la mitad de la población, mientras que ahora lo es toda.

    Esta es la comparación entre las palabras que perpetúan el legado de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y los hechos. Los números del genocidio, lo que está ocurriendo actualmente en Venezuela:

     •  «78 % de la población infantil venezolana corre el riesgo de sufrir algún tipo de desnutrición» (Sociedad de Pediatría de Venezuela [Caracas] 12.2.2019). 

     •  «30% de los niños y adolescentes no están asistiendo a las escuelas. Eso se traduce en aproximadamente 1 millón y medio de jóvenes que no están yendo a clases» (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana [Caracas] 29.5.2019).

       • «7 millones de venezolanos, una cuarta parte de la población, requiere ayuda humanitaria» (Mark Lowcock, Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas [Nueva York] 10.4.2019).

    •  «Los servicios de salud se han reducido al 80 %, 85 %» (Organización Mundial de la Salud [Ginebra] 4.12.2018). 

     •  Ha habido «10 477 protestas durante el primer semestre de 2019, equivalente a un promedio de 58 protestas diarias» (Observatorio de Conflictividad Social de Venezuela [Caracas] 15.7.2019).

   • «Desde el 2012 y hasta el 2018 se registraron 9 530 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales en el país (…) 98 % de esas denuncias por violaciones a los derechos humanos no fueron investigadas» (Comité de Familiares de las Víctimas en Venezuela [Caracas] 18.6.2019).

     •  «14 471 personas han sido arrestadas por motivos políticos desde el 1 de enero de 2014 hasta el 31 de marzo de 2019. De ellas 8 154 tienen medidas restrictivas de su libertad, y 528 todavía permanecen tras las rejas» (Foro Penal [Caracas] 1.5.2019).

    •  «Tribunales y fiscalías de seis países procesan a 70 funcionarios de alto nivel de la administración de Hugo Chávez y Nicolás Maduro por desfalcar más de 13 billones de dólares, mientras la justicia venezolana sigue guardando silencio» (Transparencia Venezuela [Caracas] 7.5.2019).   

     •  «264 872,9 % de hiperinflación en el mes de julio, una canasta alimentaria a 191 dólares y un salario mínimo de 3 dólares» (Cendas [Caracas] 8.9.2019). 

    •  «Hay 4 296 777 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo venezolanos en todo el mundo (…)  El éxodo más grande en la historia reciente de Sudamérica (ACNUR [Nueva York] 7.6.2019).  

    Todas estas organizaciones ubican a la República Bolivariana de Venezuela en los primeros puestos de corrupción, impunidad, censura, persecución política, represión, mortalidad infantil, desnutrición y desplazados en el mundo. Dicho sin evasivas: Venezuela es el daño irreparable causado al ser humano.

     Por ello, si una lección le deja a la historia de la humanidad el relato de cada uno de los venezolanos, es la comprensión de que las violaciones sistemáticas de los derechos humanos no son admisiones opcionales, tampoco un asunto exclusivo de la derecha o de la izquierda. Los crímenes son crímenes, y ninguna simpatía ideológica puede invalidar aquellos cometidos por un movimiento político que, transcurridas dos décadas, ha demostrado tener poder de exterminio.

 

Texto publicado en La Prensa de Minnesota en 2019.